La piel ha sido siempre el material noble por excelencia en tapicería.
Tradicionalmente su magnífico tacto, la sofisticación con la que refleja el color y su elegantísimo envejecimiento, la convertían en uno de los materiales favoritos. Hoy en día sus cualidades se refuerzan por su sostenibilidad –a diferencia de una piel sintética, la natural procede 100% de reciclaje de la industria alimentaria- y por la ausencia de contaminantes en su proceso de curtido.
Cómo distinguir una piel auténtica
Hay algo único en cada tapizado de piel auténtica. A diferencia de la piel sintética, que se fabrica por rollos idénticamente metro tras metro, cada pieza de piel natural es única y presentará en sus diversas zonas diferentes texturas, grano, elasticidad y matices en la absorción del color. Igualmente podrán ser visibles marcas o señales tales como pequeñas arrugas, picaduras o cicatrices. Es importante conocer que estas características no sólo no desvirtúan la calidad de la piel ni constituyen un defecto, sino que son propias de toda piel natural y precisamente atestiguan su autenticidad y pureza.
También es característico y propio en un producto tapizado en piel natural el observar que cuenta con mayor número de costuras que ese mismo producto tapizado en tela, ya que es imposible obtener piezas de ciertos tamaños de una piel natural, lo que exige unir piezas. O notar diferencias en texturas, tonos y elasticidades a lo largo de un mismo producto, ya que para el tapizado de un producto se necesitan usar varias pieles completas.
En esta heterogeneidad y autenticidad radica también la belleza de un tapizado en piel natural, una belleza que, con los cuidados indicados más adelante en este Manual, aumentará año tras año.